Hablando de nuevas masculinidades: El papel de los hombres Trans.
Por Jacqueline L’Hoist Tapia
Estoy convencida que debemos buscar continuamente nuevas formas para poder modificar conductas discriminatorias, eso significa darnos la oportunidad de pensar desde diferentes posiciones constantemente.
Acciones como el machismo, la misoginia y los feminicidios son las máximas expresiones de odio y violencia hacia las mujeres. Por ello, una de las reflexiones que quiero que hagamos juntas ahora, es preguntarnos si hay campos que debemos explorar para que las mujeres dejemos de ser asesinadas a manos de un hombre, ya sea la pareja, un familiar, un amigo o quizás un desconocido que en ese momento vio la posibilidad de llevar a cabo “ese mandato social” de expresar superioridad ante las mujeres.
El porqué nos asesinan es una respuesta que tenemos medianamente resuelta, ya que lo hacen “por algo” y no “para algo”; ese “algo” es porque pueden, porque existe impunidad y porque hay una cultura arraigada de menoscabar la dignidad de las mujeres sistemáticamente. Es decir, son dos elementos que van de la mano: te mato porque puedo y te mato porque no va a pasar nada.
¿Cómo cambiar esa cultura en donde los hombres han aprendido a violentar a las mujeres? ¿Cómo eliminar la impunidad que nos aqueja cuando somos víctimas de golpes, violaciones, discriminación y hasta la muerte? ¿Cómo tener acceso a la justicia o a procesos judiciales sin esas cargas culturales, donde se hace caso omiso a procedimientos, protocolos, acuerdos internacionales, a la Constitución Mexicana, o a las Constituciones locales?
Reiteradamente hablamos de educación, incluso de reeducarnos. Recuerdo que hace poco conversábamos que las mujeres cada vez somos más educadas para empoderarnos, se nos dice que podemos ser lo que queramos; además, las nuevas generaciones son formadas bajo estos valores de igualdad y equidad; hemos irrumpido pues en esta sociedad machista, haciendo y diciendo cosas que antes sólo se veían en el ámbito masculino.
Pero, ¿qué pasa con la educación brindada a los hombres?, ¿se les está educando para modificar este pensamiento machista?, ¿se les enseña a reconocer, por un lado la igualdad de las mujeres, pero por otro lado, que ellos también pueden hacer otras cosas tanto en lo emocional, en lo laboral o en lo social que se circunscriban sólo para las mujeres?
Hace algunos meses salió una campaña en la Ciudad de México, cuyo objetivo fue hacer que los hombres, desde su masculinidad, sintieran lo mismo que sentimos nosotras las mujeres cuando somos acosadas o violentadas. Estos ejercicios son realmente interesantes pero improbables, ya que la campaña llama a la reflexión desde lo personal, es decir, apela “a que veas lo que se siente”; y aunque hay hombres que ciertamente pueden vivir acoso o violencia por el simple hecho de ser hombres, los datos son verdaderamente incomparables, aunado a que no existe empatía como para “ponerse en nuestros zapatos” ya que no es su realidad. Así pues, muy probablemente el acosador nunca se verá reflejado en esa situación; y entonces la frase (por cierto bastante mala) “se lo pueden hacer a tu madre, hermana, esposa o hija” poco impacta, de hecho muchas veces, ellos mismos son quienes lo hacen hacia ellas, y entonces… ¿qué importa el comparativo?
Lo anterior me permite llegar a una reflexión, a una teoría que busca una alternativa de cambio:
Al paso del tiempo he aprendido mucho del tema trans en lo social, en lo familiar y en lo cultural, por eso es que me atrevo a lanzar la pregunta: ¿será que los hombres trans puedan ayudar a modificar este “mandato social” que dice que los hombres son superiores a las mujeres, y además de ello, puedan irrumpir en los esquemas tan arraigados de la “hombría” generalizada?
Quiero que me acompañen a pensar que puede haber una manera diferente de entender el comportamiento masculino:
¿Qué hace a un hombre ser hombre? Desde la mirada binaria, cisgénero y heteronormada la respuesta es muy simplista: si tienes pene y si sientes atracción hacia las mujeres, eres hombre; es así que a partir de ello se te asigna un comportamiento y entonces la sociedad espera algo de ti, esa sociedad inmersa en comportamientos machistas que lleva a sus extremos al hombre misógino. Es decir, serás educado bajo una serie de supuestos donde incluso, si tu identidad de género fuera de mujer y mientras no hayas hecho tu transición social, física y/o legal, se te seguirá exigiendo lo mismo.
En párrafos anteriores hablé de cómo en algunos contextos las mujeres son educadas para cambiar entornos, lo cual se ha logrado con un relativo éxito incluyendo, por supuesto, las mujeres trans que han alcanzado su transición en la infancia y/o adolescencia.
Pero, ¿cómo educar a los hombres para cambiar también su contexto? Sin duda, otros hombres son el mejor ejemplo de ese cambio y frente a ello, la posibilidad de compartir nuevas masculinidades.
Es desde ahí donde considero que los aportes de los hombre trans, son y serán definitorios para esta nueva visión de masculinidades, ya que para muchos de ellos su construcción se inició desde el género que les asignaron al nacer basado en sus órganos sexuales, es decir, el femenino, situación que les permite reconocer la importancia del empoderamiento femenino, que en muchos casos, les ayudó a poder reconocerse y a transicionar social, física y legalmente; además, una vez reconocidos socialmente con el género masculino, asumen la importancia de promover la equidad de género y la igualdad entre personas.
La pregunta es: ¿Esta vivencia nos podrá aportar a la sociedad una dualidad de realidad compartida en una sola persona y con ello la posibilidad de romper con el estereotipo de “lo masculino”, para darnos la oportunidad de conocer relaciones diferentes entre hombre y mujer?
Es así que quizás estos varones tendrán el gran reto de no reproducir esquemas, de romper con la cultura binaria de sometimiento y violencia hacia las mujeres en la que hemos vivido, de construir una nueva definición de las masculinidades para los hombres cisgénero que mantienen relaciones heterosexuales, pero también de aquellos homosexuales en su convivencia con las mujeres.
Yo quiero pensar que sí, que la irrupción de los hombres trans en nuestra sociedad es necesaria para entender la masculinidad de forma diferente, son ellos quienes han luchado por la dignidad del reconocimiento de su género y quienes no estarán dispuestos a que se les siga denigrando a las mujeres.
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